sábado, 3 de marzo de 2012

San Blas (Alfonso Asensio)

Aclaración: Esta colaboración debio publicarse el pasado 3 de febrero, festividad de San Blas, pero debido a diversos problemas no pudimos realizar la actualización a tiempo. Aunque sea con cierto retraso, estamos seguros de que será del agrado de muchos de los paisanos. Una vez más nuestro sincero agradecimiento a su autor, Alfonso Asensio:

Hoy, tres de febrero, es un día que algunos agudeños que ahora andamos por otras tierras volvemos una mirada añorante hacia el pueblo tratando de recordar nuestra niñez o nuestra juventud cuando era típico, y esperamos lo siga siendo, que buena parte del pueblo ascienda por la Sierra del Altramuz, Umbría arriba, hasta la ermita que se encuentra en su cima dedicada a San Blas.

Como escolar primero y como maestro después, no he olvidado que hoy era jornada no lectiva en el pueblo porque se la consideraba fiesta local. Recuerdo que muy antiguamente, en mi niñez, en el día de ayer también se celebraba la festividad de la Purificación de la Virgen que en Agudo se denominaba "de la Candelaria" así como el sorteo en esa fecha del típico bizcocho que la gente llamaba "Torta de la Candelaria".

En el pueblo era frecuente el uso de la expresiones San Blas "el grande" y "el chico". El primero era para hacer referencia a las personas que se llegaban hasta la ermita para oír misa mientras que el segundo parece ser que se refería a los que solían quedarse en las proximidades de la Esquina de Padilla sin hacer el camino de subida.

Acabada la misa, era frecuente que muchas personas mayores comenzaran el regreso a Agudo para atender sus labores mientras los jóvenes y niños dedicaban buena parte de la mañana a echarse por "La Faraera", la roca próxima a la ermita con acusada pendiente que permitía deslizarse sobre ella.

Muy frecuente era que algunos de los participantes en esta maniobra volvieran a casa con los pantalones en no muy buen estado al sufrir por la parte de sus posaderas algún restregón con la roca a pesar de haber tenido la precaución de sentarse sobre unas ramas de madroña, planta que solía abundar en los alrededores.

Muchos jóvenes se quedaban arriba y hacían una "junta" en la que solían degustarse de forma acostumbrada el "frito" de las vísceras de un chivo o cordero y más tarde la típica "caldereta" preparada con la carne de la misma res.

Nunca lo hice pero era frecuente que algunos se llegaran hasta una cueva en la que se conservaban pinturas rupestres citadas en algunos textos escritos por especialitas que ojalá no hayan desaparecido y los que se acercaban hasta la llamada "Fuente del Moro" que está también por las proximidades.

Lo que recuerdo es que tuve oportunidad de ver fue un grupo de buitres leonados que arrancaban su vuelo desde la elevada pared de roca vertical que allí tiene de la sierra mirando hacia Baterno, así como haber llegado en una ocasión desde la ermita hasta el citado pueblo regresando a pie por la pedregosa y empinada "Calleja del Baterno" como se la llamaba en Agudo.

Pero afortunadamente las cosas han ido cambiando con el tiempo. Lo que antaño suponía un penoso ascenso a pie, ya puede realizarse cómodamente en automóvil porque hace algunos años, después de que yo abandonara el pueblo, la estrecha vereda se convirtió en una carretera que faldea la sierra haciendo desaparecer las rocas que formaban algunos escalones y aquéllas otras que estrechaban la senda.

Yo mismo a pesar de mis dificultades estuve no hace mucho tiempo ante la ya blanqueada ermita, sentado en "La Faraera" y divisando el pueblo al atardecer un paisaje de gran belleza. Hasta allí ascendí en automóvil con mi amigo Antonio Luengo y me queda constancia de aquello por un reportaje fotográfico.

Por cierto que la técnica también parece haber llegado hasta San Blas. Al lado de la nueva carretera pude ver un poste repetidor que no sé si será de telefonía o de televisión.

Es de esperar que hoy, cuando toda Europa y nuestro país están azotados por una gélida ola de aire siberiano, los agudeños no hayan perdido el espíritu de antaño y hayan continuado con su anual ascenso hasta la ermita el mismo día en el que el vecino pueblo de Garbayuela, donde también ejercí mi magisterio, celebra la festividad del santo de la "capa colorá" con su típica "Danza Palilla".